Cuando españoles se embarcaron allá por 1492 en la búsqueda de nuevos caminos y riquezas, iban tras el misterio atractivo y excitante de las especias y piedras preciosas, más que una ávida demostración científica de que nuestro planeta era redondo. A pesar de todo ello, existieron si figuras que intentaban demostrarlo, pero no nos detendremos en ello. Lo que hoy quiero significar, en esta fecha que para mí no tiene nada de feliz ni de recordatorio alegre, sí oportuno es el momento de querer expresar mi respeto, mi consideración y ofrenda a quienes habitaron desde un principio este paraíso y fueron espectadores y vivientes de una cruel e injusto apoderamiento por parte de desconocidos, semidioses del mundo entonces conocido.
Al referirme de esta manera, estoy convencido cada vez más que quienes habitaron este pedazo de tierra rico pero pobre a su vez, son los verdaderos dueños, cuyos descendientes, los realmente descendientes, pocos actualmente, hoy en su mayoría muchos ni siquiera sean recordados, aunque muchos ya ni siquiera vivan en sus lugares nativos. Eternos olvidados de la historia, si pudieran, dirían que fue la peor atrocidad del hombre el haberlos despojado de sus pertenencias, el haberlos engañado, matado y peor aún, olvidados por sus propios. Hoy en día, viven en plena miseria y sus derechos, en la mayoría de las veces, negados, sin tener siquiera una voz que los defiendan.
En su tiempo, dueños de vastas extensiones de tierra, en vida totalmente comunitaria y en forma rústica, rudimentaria pero feliz, con excepciones como las civilizaciones mayas, aztecas o incas, que tuvieron grandes avances, como astrológicos, astronómicos, matemáticos, medicinales, etc., demostraron que el progreso y la evolución depende de un cargado conjunto de elementos que los sociólogos e historiadores nos demuestran en sus teorías y ensayos. Notamos que posterior al año citado anteriormente, la vida nunca volverá a repetirse, y que dichos actos y sucesos históricos deben ser comprendidos en su entera dimensión. Desde que Colón y sus continuadores pisaron tierra, y por más que no vinieron en la afanosa búsqueda de demostrar la esfericidad de la tierra, llegaron sino “por servir a Dios y a Su Majestad y también por haber riquezas”.
Nuestro continente es tan rico, que la riqueza misma es su debilidad. Fue devorado. Sus recursos siguen siendo extraídos y muchos de ellos no sirven para los propios de esta tierra. Muchos de los mismos se sirvieron grandes reinados españoles, ingleses, portugueses y franceses; de nuestro oro vistieron las más elegantes reinas y del mismo, miles de caballeros hicieron sus anillos de compromiso para las suntuosas bodas en los palacios; miles de piezas para comensales, artículos de guerra, chiches y demás objetos de gran valor, fueron a parar a otros puntos del planeta, demostrando la grandeza de una opresión, unido a una bendición de la Iglesia, quien acompañaba estas conquistas, puesto que siempre se declaraba guerra, a quien no aceptase al descubridor de las nuevas tierras y se rehusase a aceptar la palabra de Dios, negando a la Corona y su evangelización, disponiendo de sus personas y de sus bienes.
Toda esa riqueza, hoy en día abunda, pero para en otras manos. Hoy día, me parece tan nefasto que nuestras propias tierras pertenezcan a extranjeros o a nacionales latifundistas… que campesinos sigan luchando por un pedazo de tierra y que los indígenas sigan limosneando y mendigando por las calles, fuera de sus territorios, sin tener respuestas a los reclamos de sus necesidades. La mayor contradicción se encuentra en Latinoamérica: Somos un continente rico, pero seguimos siendo pobres, y eternamente lo seremos. En una región, en donde pocos son los ricos, y muchos son los pobres, no existen gobiernos con pantalones y cintos ajustados que digan ESTO ES NUESTRO. Seguimos empeñando nuestras economías, vivimos en la periferia de las potencias, a tal punto que no somos considerados siquiera americanos, sino latinos, por el sólo hecho de hablar el idioma de los conquistadores. El sueño de una independencia total, dibujada por los grandes próceres de nuestro continente, se diluyen… hoy seremos independientes como Estados, mas nuestros representantes dependen de las grandes potencias y las cuestiones de soberanía son hoy pisoteadas constantemente… nuestra soberanía natural (petróleo, metales, maderas, y muy pronto AGUA) ha sido desdibujada con grandes planes de explotación e industrialización por parte de transnacionales, con ingresos, que no son nuestros, aunque si las materias primas. Económicamente, empeñan la soberanía con los grandes préstamos de los bancos de las potencias, recibiendo así recetas encuadradas en cuestiones como educación, trabajo, política, etc.
Nos trajeron nuevas costumbres después del gran descubrimiento… Hoy nos traen consumismo, y somos tan dependientes como bebé al amamantamiento… fue el gran descubrimiento, pero con un gran misterio: ¿Cuál es la razón para que seamos tan pobres, la razón en que seamos ricos en recurso pero tan indigentes en lo tangible?
Una vez me enseñaron que el misterio es difícil de comprender… sin embargo el secreto, puede ser descubierto y develado… Entonces, ¿es un secreto o es un misterio? La cuestión de América y su descubrimiento, exploración y explotación es mezcla de suerte, misterio y secretos, cuyo último, ha sido despejado en el correr de los siglos, y es por ello que hoy nos seguimos preguntando el por qué de esta situación. La suerte de Latinoamérica, está en su propia tierra, en su propio dueño, el hombre. Quien se debe a su tierra, a su condición de hombre y ser humano, y a la dignidad de ser tal.
América para los americanos, decía nítidamente el presidente Monroe. Pero obviamente, al americano yankee, dando de esa manera molde a su doctrina, determinando el carácter de imperialismo al país norteamericano. Desde el descubrimiento a estas fechas, estuvimos bajo distintos poderes, pero no nos hemos quedado en el verdadero poder, el del pueblo, quien realmente debe determinar mediante acciones concretas y eficaces, para la verdadera reivindicación americanista: la obtención de recursos y la riqueza para todos.
De esto no nos cansaremos de decir: pueblos hermanos, continente unido. La cosa está en nosotros, la prosperidad y la felicidad está en la mano; quien ose determinar nuestro rumbo está en falta, y el deber impetuoso de romper cadenas de opresión y esclavitud que sufren los menos favorecidos, corresponde. El nuevo descubrimiento debe realizarse en los corazones y en la mente: en el corazón, puesto que nuestra sangre es única y bombea un solo corazón, el corazón americano; y en la mente, puesto que ese sentido de pertenencia debe razonar y pensar en beneficio de quienes en verdad lo necesiten y no solo en beneficio de algunos, uniendo de esta manera razón y solidaridad, en pro de un continente, en pro de una gran nación, la nación americana.
12 de octubre 2011
Fabio Candia
fabiocandia@hotmail.com
www.facebook.com/fabitoocandia
www.twitter.com/fabito_candia