El cierre de los cinco años del gobierno nacional, el fin del gobierno (primero Alianza Patriótica, entiéndase bolsa de gatos entre liberales conservadores y comunistas-marxistas-leninistas, progresistas y demócratas progresistas y el carnaval liberal) termina demostrando que fue el peor gobierno de la joven democracia paraguaya, que deja muchas cosas que comentar, y por ello me tomé un breve tiempo para leer una rápida memoria del pasar del gobierno y el folclórico y tradicional período de elecciones que se vivieron en abril y que permitió al pueblo paraguayo decidir y nuevamente poner al Partido Colorado en el gobierno tras cinco años de llanura, con el agregado de las manifestaciones que se abrieron en estos años.
Tras aquella masacre en Campos Morombí o Marina Cué (Curuguaty – Departamento de Canindeyú) Paraguay nuevamente vivió manifestaciones de una manera muy peculiar. El reclamo constante del sector campesino de tierras para un asentamiento definitivo se venía dando constantemente y fue la gota que colmó el vaso y que permitió que los políticos aprovecharan tomarse el vaso entero. Con el juicio político, las manifestaciones empezaron a mostrarse pero en vez de creer que era en defensa de un gobierno que siempre tuvo la enarbolación de banderas sociales (el luguismo) quedó demostrado que ganó poca simpatía con el pueblo que hizo el voto bronca en 2008 y que lejos de ello, lo único que ganó fue hastío y la misma indiferencia que había demostrado el gobernante en sus casi cuatro años de gobierno, con los escándalos, las modelos, los viajes, la ostentación y lujos en medio de las palabras austeras y promesas incumplidas. Un gobierno autista, indiferente, embelesado con las mieles del poder, terminó por aceptar su juicio político y recurrir a las esferas internacionales, ya que en el país los medios son al buen postor y de mejor conveniencia; todo esto generó por supuesto la suspensión en el ámbito regional (CELAC, UNASUR, MERCOSUR) evidenciando que Paraguay y el nuevo gobierno no se alinearía a las ideas políticas de vigencia en la región, que por cierto están pasando por situaciones críticas, con mayor frecuencia y fuerza en Venezuela, Brasil y Argentina. Un pueblo conciente, enérgico, fue a protestar a las calles sin saber de qué lado ubicarse: en el lado del ejecutivo o en el lado del legislativo; un legislativo verdugo del presidente Lugo a través del impeachment realizado en casi 24 horas o un Ejecutivo ausente y de repartija con peleas constantes con sus aliados. El pueblo: ¿salió realmente a las calles a vitorear la salida del luguismo, o a volcar sus esperanzas al nuevo gobernante (Franco) para dar los cambios y las acciones que necesitaba el país? Tras aquellas jornadas electorales del 2008, con besos y abrazos entre los aliados patrióticos, aquel junio del 2012 marcaba para siempre el sello de la división, la inminente separación tras la pelea por los sitios de poder contínuos que se venían realizando en el gabinete ejecutivo. ¿el pueblo salió a defender esta descoordinación y promover la gobernabilidad o en realidad estaba pasando el ridículo con tanta desconcertación, promoviendo solo la reivindicación de los que estaban trabajando en el sector público que veían los fantasmas de la persecución en los puestos públicos?
Aquellas manifestaciones desconcertantes siempre fueron evocadas en el nombre de la institucionalidad y en el marco de la democracia a través del derecho a manifestarse pacíficamente, en defensa del gobierno que si bien no concordaban, debía mantenerse, o que si concordaban, apelaban a que no se produzca un quiebre. La línea se dividió entre golpistas y los institucionalistas. A todo esto, agregarle el plus del nacionalismo o quizás en algunos el chauvinismo o xenofobia contra tras el episodio incierto y aún no corroborado o confirmado de Nicolás Maduro arengando a los militares paraguayos mantenerse en la defensa del gobierno de Lugo. Maduro y el séquito de diplomáticos regionales quedaron perplejos y disconformes con aquella situación: los militares terminaron aceptando la decisión del Legislativo. Era raro: se montó un micrófono abierto y con pancartas alusivas a la no dictadura, “viva la democracia” y sin fin de mensajes, pero habían quienes llevaban la remera del Che o de signos ideológicos radicales, habían quienes más defendían a Fidel que a Francia o a los López. Llegaron incluso al bochorno de quitar micrófonos a quienes les cantaban lo que no querían escuchar. Lo puede certificar el profesor José Luis Simón.
Las manifestaciones crecieron. Los paros se evidenciaron. El sector educativo con el nuevo gobierno montó su gabinete pero ineficaz y de resultados muy tristes: el índice de escuelas cayéndose a pedazos aumentó y los alimentos escolares venían con estiércol y gusanos. Una gran vergüenza. Los profesores ad honorem aumentaron drásticamente y los alumnos cada vez más abarrotan las escuelas y colegios, poblando las clases con más alumnos que lo recomendable. Los gremios de maestros no tardaron en manifestarse. Las oficinas administrativas se llenaron de funcionarios y todos a la espera de una elección y un aumento.
Debemos recordar también la tradicional huelga de los funcionarios del Poder Judicial. Los funcionarios del sistema judicial cada año vienen con la historia del aumento, la respectiva presión y el posterior paro, que definitivamente perjudica al sistema quizás más corrupto de la nación paraguaya. Los cargos ocupados por “chonguismo”, sin calificación de méritos y aptitudes, con el ingreso de estudiantes mediocres y por conveniencias políticas, con la aprobación política de los mandantes de turno, la connivencia entre ministros de la Corte, los políticos del Consejo de la Magistratura, el Jurado de Enjuiciamiento, evidenciando una parentela fuerte, y el contubernio entre Ministerio Público-Diputados-Senadores-Jueces de la Corte deja al sistema judicial, a la justicia pronta y segura muy lejos de lo deseable. Funcionarios agremiados que ni siquiera tienen la carrera técnica, jueces con promedios bajos, juicios que no llegan a su fin, superpoblación de funcionarios, la lentitud propia y la falta de medios es una cuestión que debe plantearse. La reforma judicial debe realizarse, pero los manifestantes prefieren requerir el aumento de salarios.
Otra de las manifestaciones, pero de las más importantes y menos escuchadas son la de los sectores indígenas. Los pueblos autóctonos de la República del Paraguay son los más olvidados y los que tienen el acceso vedado e imposible a los sistemas de cobertura en educación, salud, alimentos y vestimenta. La pobreza es enorme y muchos viven por debajo de los límites de la pobreza: sin techos, nómadas, sin alimentos; en fin, todo lo que podamos imaginar que puedan tener, no tienen. Cada mes, cada año ocupan las plazas públicas de las capitales departamentales y la capital de la República. La Plaza Uruguaya, sitio de convocatoria indígena en reclamo de sus derechos por excelencia hoy está rejada y los indígenas pululan y merodean ese lugar, y sin recibir respuesta a sus reclamos. Los reclamos son los de siempre: tierra, educación, trabajo y alimentación. El INDI, caballito de batalla de la Alianza solo destinó recursos para funcionarios y no para los indígenas. Basta con ver cuáles fueron sus trabajos y vamos a encontrarnos con espantos. La pobreza es tal, que no hace falta ver qué necesitan: se siente y nos quedamos con las ganas de poder dar más que una ayuda en monedas (tan criticada) como dar abrigos en campañas de invierno. Un tema que debe ser abordado y que debe ser reivindicado.
Las listas “sábanas” son de los otros temas de preferencia para el repudio y plagueo ciudadano. La conciencia nacional se hartó y empezó a levantar proclamas contra los diputados fantasmas y senadores viajeros. Se alentó la modificación de la Constitución y la ley electoral, pero como el año electoral, las internas y las generales se aproximaban, todo quedó ilusorio. Sin embargo, el único Partido que tuvo elecciones, que presentó candidatos variados y con listas abiertas fue el Partido Colorado. La alianza Alegre fue concertada y la lista fue unificada, apoyada de partidos minoritarios cuyas elecciones ya terminaban antes del mediodía. Lo más simpático de todo esto, es que esta campaña fue para “embarrar” en la cancha política a Kalé Galaverna, quien más de dos décadas se encuentra ejerciendo la legislatura. Este, tras su desvinculación interna del movimiento cartista, abrió su propio movimiento interno, ganó en ingresó legítimamente en la lista oficial del Partido Colorado como Senador. ¿Cómo le quedó la cara a todos los anti kalesistas? Sin duda que la manifestación en contra de los sabaneros hoy quedó relegada: pero esta vez cambió por la de dipuchorros y senarratas. ¡Qué facha el nombre! Y muy acertada: el congreso nacional se hace aumentos salariales, el presupuesto se destina a pensiones graciables, viajes a países exóticos, diputados que no recuerdan de sus viajes, o mejor aún, que les cumplimos el sueño por haberles hecho subir "camello ári", la jubilación muy jugosa, renovación vehicular cada año (ojo, 4x4 y de último modelo), no pagan combustibles, es decir, les pagamos. Qué lindo Paraguay.
El metrobús y el ITV. Los “fachos” y los “cool”, al decir de un amigo, son los que están a la cabeza de las reivindicaciones con sus opiniones de primera y sus totales desconocimientos hacia los temas de los cuales reclama y solicita. Si bien es cierto, el sistema de buses de Asunción es pésimo y el mismo director de SETAMA se burla en las redes sociales e insta a la discusión grosera y estéril por citar tan solo un ejemplo; no se han visto los resultados esperados a través de las convocatorias con nombres rimbombantes y de primera, en un pueblo pobre que solo quiere mejores condiciones y apenas habla correcto el castellano y tiene al dulce jopará como idioma oficial; los “after office revolucionarios” demostraron que solo a través de estas convocatorias, los convocantes logran insertarse en el ámbito político tras imposibilidad o fracasos dentro los partidos políticos. Muchos quieren despertar a la ciudadanía, lo logran, pero es el camino más difícil de recorrer en este país de vasta tradición política partidaria. La animadversión contra los partidos políticos es tal, y es tan cierta, porque los mismos partidos políticos y sus representantes legislativos son tan malos, que gracias a esto ganaron los títulos de la historia: “los senarratas” y “dipuchorros”. “¡Bolúoooo, que buena onda!”
Nuestro país es tan folclórico y tradicionalista, pero a la vez ya se pone a tono mundial. Las organizaciones LGBT están presentes y sus “besatones” despiertan la ira y la desesperación de los sectores conservadores y religiosos, que rasgan las vestiduras y pegan el grito al cielo. El debate serio de propuestas para el matrimonio igualitario y la no discriminación aún no se ha instalado del todo y con fuerza, y aun no tuvo el eco necesario en las esferas del gobierno, tal y como sucede en el mundo. Son 18 los países del mundo que hasta hoy han legalizado esta unión y la Constitución Nacional aun no tiene la intención de ser modificada. Muchos siguen orando para que esto no suceda, cuando en realidad, la Constitución no la hacen los santos, sino los políticos, y con presencia ciudadana.
El sentimiento de manifestación en el Paraguay es un poco desconcertante. El desconocimiento juega un poco sus cartas en ciertas situaciones. Tras el marzo paraguayo, máxima expresión ciudadana en el proceso democrático, no hemos visto tanta fuerza, a excepción de algunos hechos aislados y lo que he mencionado: solo funcionaron para catapultar actores civiles sin arraigo en el campo político partidario o hacer cambio de hombres y de cúpulas. Tras el fenómeno Lugo y su salto a la arena política, dejando la sotana por el palacio de López a través del acto de repudio por la no reelección de Duarte Frutos y su presidencia dentro del partido Colorado y de la República, no hemos visto mayores convocatorias. Tras el juicio político a Lugo y un pueblo que no sabía que hacer y de qué lado estar en aquellos días de tensión en junio del 2012 no se han escuchado grandes reclamos, a excepción de los funcionarios públicos del gobierno en contra de los que querían ingresar (los liberales): no hubo mayores cosas.
Paraguay evidentemente está fortaleciendo su conciencia democrática cuando reclama en serio y la situación se puede agudizar si el gobierno pisa el palito y si algún actor externo favorece la manifestación: podemos volver al caos y a las guerras civiles. Paraguay ha sufrido tanto, que hoy no merecemos actos vandálicos por solo pedir reivindicación en las manifestaciones que solo quieren favorecer a los propios círculos de los manifestantes, intereses personalistas o de algunos intereses de sectores radicales y muy peligrosos. La conciencia democrática debe evidenciarse: no buscar el conflicto con los aparatos de control y de seguridad con la fuerza pública para no desbordar y lamentar el caos y el derramamiento de sangre. Ojalá el Paraguay aprenda, y no solo quiera estar a la onda de los vecinos regionales, o el solo hecho de armar “quilombo”. Paraguay necesita construir que destruir; Paraguay necesita debatir y saber consensuar, Paraguay necesita unidad y no el pase de facturas, Paraguay necesita saber elegir y no huir de nuestras obligaciones. Estamos en la era de poder ser críticos, realistas y dejar la añoranza de viejos tiempos en la que muchas veces queremos optar: la dictadura (militar, cupular, la de partidos o de caudillos, o de sectores radicales y de clases). La tolerancia en un país como el nuestro es posible. Que Paraguay no sólo manifieste, sino reclame y sepa que tiene sus derechos consagrados para poder reivindicar los justos reclamos. La clase política debe oír y aprender que el mismo pueblo que los sube, los puede echar.
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