El pasado 14 de mayo, fecha de recordación de la Independencia Nacional, atentamente estuve escuchando los discursos de los que hicieron uso de palabra en aquel recordatorio y posterior desfile cívico estudiantil.
Y evidentemente, el discurso que más me llamó la atención fue de la joven Reggina Meaurio, presidente del Centro de Estudiantes del Centro Educacional Diocesano Monseñor Jerónimo Pechillo. Juventud, fuerzas, esperanza: en esto puedo resumir lo que fueron aquellas palabras.
Aquí, el discurso completo con aprobación de la autora:
Muy buenos días Autoridades Nacionales, Departamentales y Municipales, Policiales y Militares; Autoridades Educativas y Estudiantes, ciudadanos y ciudadanas:
La conmemoración de la gesta libertadora del 14 y 15 de mayo es una de las pocas que tiene el poder de movilizar sentimientos en lo más profundo del corazón de cada paraguayo y paraguaya. A 202 años del nacimiento de la República del Paraguay, flota en el aire el deseo de verlo cada vez auténticamente independiente con sus hijos reunidos sin distinción de ninguna clase: política, religiosa, económica ni social. Con procesos de profunda transformación basados en el diálogo, en el encuentro auténtico de los corazones, de reconocimiento del otro en su dignidad de hombre hecho a imagen y semejanza de Dios, aboguemos por un Paraguay cada vez más unido y con pertenencia a la familia y a nuestras comunidades.
Los jóvenes paraguayos hemos podido sentir a flor de piel el deseo de construir un nuevo Paraguay con la PAZ como valor que va de la mano de la JUSTICIA y la VERDAD. Fueron los jóvenes los que salvaron el honor paraguayo en las horas difíciles de la patria. Nuestra historia está llena de jóvenes que volcaron situaciones para demoler muros, abatir fortalezas y también para asombrar al mundo con grandes creaciones. Pedro Juan Caballero tenía 25 años en 1811, como también sus camaradas de esa noche venturosa de la independencia paraguaya. Así también casi todos los civiles que se sumaron al movimiento emancipador como Fernando de la Mora, quien tenía 25 años. En la Triple Alianza, jóvenes defendieron nuestra tierra guaraní ante los arrasantes ejércitos. Por citar más, José Asunción Flores tenía 21 años cuando creó la guarania y Félix Pérez Cardozo tenía también 21 años cuando le puso música a los versos de “Che la Reina” del inmortal Emiliano R. Fernández. Jóvenes fueron los que se congregaron frente al Palacio de López un 23 de octubre de 1.931 para exigir la defensa del Chaco y recibieron como respuesta las balas. También fueron jóvenes voluntarios los que se agolparon ante los cuarteles en 1932 para reclamar un fusil y un uniforme para defender nuestro Chaco. Fueron jóvenes quienes se congregaron en marzo de 1999 para defender y valorar la democracia paraguaya y sus instituciones, y cayeron 9.
Hoy más que nunca JOVENES despertemos y busquemos el Paraguay que todos queremos. En las expresiones y en la mirada de niños, niñas, jóvenes y adultos se vislumbra una valoración de la Independencia con un gran sentido de respeto hacia aquellos próceres de mayo que sin vacilar lograron el sueño de ver al Paraguay libre e independiente. Y ese respeto conlleva también un gran sentido de responsabilidad para propiciar espacios de oportunidades para descubrirnos nosotros mismos con sentido crítico con la historia; para descubrir y revelar la historia oculta, aquella historia que es nuestra y que no está en los libros escolares ni colegiales; aquella historia que nos cuenta sobre el ciudadano paraguayo, trabajador, honesto, valiente y hospitalario. Que aquellos ejemplos de patriotismo de la juventud que inclusive llegaron a lo más negro tomando las armas de fuego nos haga valientes para tomar las armas pero del pensamiento y del sentido social hacia nuestros prójimos, con nuestras familias, con nuestras comunidades; las armas para ser útiles a nuestra sociedad y procurar una sociedad más justa, sin desigualdades.
No dejaré de mencionar también los 50 años de fundación de mi querida institución a la cual pertenezco, el Centro Educacional Diocesano Monseñor Jerónimo Pechillo, que en estos 50 años ha entregado a la comunidad 39 promociones con flamantes egresados útiles a sus familias y a su comunidad. Una gratitud a toda la familia diocesana y teresiana que ha apoyado a la formación de ciudadanos y ciudadanas en nuestra ciudad.
Paraguay es una familia, y espera de sus hijos utilidad y su engrandecimiento constante. Paraguay, al decir del gran Augusto Roa Bastos, es el país sufrido de ayer, hoy y siempre; el Paraguay profundo, nuestro país es una luz al final del túnel en el que solo los más optimistas podrían sacarle agua a ese pozo seco de la esperanza paraguaya.
¡Seamos optimistas, seamos la esperanza de nuestra Patria Querida; que viva el Paraguay!
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