jueves, 14 de noviembre de 2013

Un pueblo sin fueros.

Falta poco para que se cumplan los primeros cien días de gobierno y legislación por parte del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. El pueblo paraguayo ha concurrido de manera notable a las urnas con ansias de tener un nuevo gobierno y obtener respuestas de las demandas sociales más urgentes, pero no sabemos al final si lo ha hecho con una altura cívica o si fue por el solo hecho de caer en la temporada de comicios. Los números dicen una cosa, los hechos demuestran otra.

En este despegue que está tratando de hacer el Estado a través de sus poderes se puede notar que seguimos aun con los vicios políticos y que nuestra clase política aún está lejos de ser aquella que haga frente a la ignorancia, a la deshonestidad, a la vergüenza de gobernar para unos pocos en desmedro de los muchos quienes sufrimos el pesar del día a día. El pueblo se encuentra desaforado mientras sus legisladores gozan de sus privilegios e inmunidades. Habría que preguntarse qué méritos deberían tener nuestros legisladores para gozar de inmunidades y privilegios.

Con total responsabilidad opino que nuestra “Honorable” Cámara de Senadores, es solo honorable en los papeles porque sus hechos nos muestran lo contrario. Una vergonzosa decisión adoptó su seno al dividir a sus miembros a favor y en contra del desafuero de uno de sus miembros por el hecho de estar sindicado por tráfico de influencias y estafa al Estado paraguayo por cobro indebido de honorarios. Esta vez le tocó ser “víctima” un senador, quizás adentro existan varios más que merecen la investigación. La decisión tomada por el senado paraguayo definitivamente cachetea a su pueblo sin tener en cuenta los preceptos constitucionales y legales con respecto a la comisión de delitos y una investigación. “Desaforar” justamente no significa condenar: significa ponerse a disposición de la justicia renunciando sus privilegios e inmunidades que la Carta Magna le otorga por la condición de representante popular. Es la posibilidad de que la justicia ordinaria pueda realmente someterlo a un proceso judicial como cualquier ciudadano hoy se somete y siente el peso de la ley por sus conductas o siente la liberación de encontrar la satisfacción de sus pretensiones.

Los propios senadores, compañeros de cámara han hecho “mérito” del sumario, conforme lo establece la Constitución. Pero cabría preguntarse si los propios estudiosos de los méritos son calificados para hacer análisis de semejante índole y poder emitir opiniones y dar sus razones con respecto a si hay que desaforar o no a algún colega por el hecho de cobrar varios sueldos o por ubicar parentela y amistades. ¡Cuán generosa es la Cámara! Una persona que se crea decente y esté a la altura moral de emitir opinión con respecto a este tema, y omita el silencio cómplice al hecho repudiado por la ley, debe estar en el camino de la legalidad y no en el camino de la vergüenza y la cobardía. Aquellos que callan, aquellos pusilánimes y pseudo representantes, sin coraje y abiertos a la lucha frontal contra la legalidad, es mejor que busquen el retiro, que al pueblo le están dando méritos para rebelarse y tomar el coraje de hacer lo que hace tiempo debíamos haber empezado: echarlos; tomar conciencia crítica y analítica y no optar por oportunistas, cazadores de espacios políticos, acomodados y negociadores de la voluntad popular. Hacerse el ñembotavy es digno de pasar a ser desaforado civilmente.

La democracia paraguaya sigue herida: mientras una cámara legislativa pasa tiempo estudiando si debe dar o no la aprobación al desafuero, se dejan de estudiar otros temas de gran vitalidad para la nación; en las calles siguen las protestas por mejores condiciones de salud, los niños paraguayos siguen en escuelas precarias y sin comodidades propias para un excelente aprendizaje con formación de ciudadanos con alta conciencia cívica y crítica, los maestros siguen cobrando salarios irrisorios, la cultura paraguaya no es promovida, los indígenas, la reforma agraria, el deporte, la investigación científica… tantos problemas y nosotros en la fatídica tarea de luchar contra la corrupción imperante. El espíritu siempre se verá abatido por esta lucha antes que empezar la lucha por los reclamos populares. Muchos caerán inclusive. Es por ello que con mayor vehemencia y fortaleza se debe cuestionar y no rayar en la ilegalidad, en la anti ética y la inmoralidad. Es posible que hasta muchos sientan vergüenza de hacer esta lucha y este cuestionamiento. Apocarse en esta situación es creer que todo está perfecto y que todo es normal en este país donde todo se permite: donde se castiga al que obra bien y se premia al deplorable y corrupto. Pero la lucha continúa, y contra tanta adversidad el pueblo se hace grande y más fuerte; ante tanta afrenta a la ética y a la moral, ante el grosero pisoteo a la Constitución y sus leyes nos ponemos firmes y sostenemos la lucha de nuestros antepasados, sostenemos al Dr. Francia, a López y a tantos hombres, a tantas mujeres, a tantos ilustres ciudadanos de bien que soñaron por un Paraguay de bien y con progreso.

Mientras sigamos espectadores del desfile de hechos bochornosos para el país y su pueblo, mientras sigamos guardando un silencio parecido a complicidad, mientras sigamos padeciendo la burla grotesca de nuestros representantes por sus hechos opuestos a la legalidad, seguiremos desaforados y sin armas para la lucha contra la deshonestidad y la ignorancia, la inmoralidad y la corrupción imperante, y sumergidos en la desvirtuada nación paraguaya por culpa de sus representantes es mejor no merecer la ciudadanía paraguaya y vivamos siempre desaforados emitiendo el plagueo cotidiano.

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