domingo, 15 de mayo de 2016

La felicidad diminuta


Domingo. Amanecía y las noticias cuando te toman despertando, te cambian en absoluto el día. Ni siquiera sabía que era domingo y supe de tu existencia. Lloré como un bebé, tal así como eres, una bebe. Ni siquiera sabía que serías, niña o niño, pero lloré y fui feliz, tan feliz que dejé de ser yo mismo para ser vos.

El amor me encontró así, un domingo, y fue así cuando dibujé tu sonrisa; tenías la mirada más tierna del mundo y regalabas sonrisas y muecas pueriles como si siempre fuéramos graciosos. Así nos dibujaste una nueva vida, regalaste el amor más perfecto a dos personas que se juraron amor eterno y hoy te juramos cuidado eterno.

Vivo en una situación permanente de saber si seré lo mejor para vos: creí que podía ser mejor si tenías lujos, pero no. Creí que podía ser el mejor si tenías todas las comodidades pero no. Si bien todo tendrás y todo lo que quieras también, si tienes amor siempre, todo lo mejor del mundo va a ser realidad, va a ser posible.

Me imagino días corriendo contigo. Me imagino sonámbulo detrás de ti en tus días de locura adolescente y juvenil. Me imagino sonriendo con cada broma o picardía. Me imagino tus desafíos, tus esperanzas, tus tristezas y desconfianzas. Pero no me imagino tu rostro hasta el primer llanto de bebé con suaves llamados a “abrázame papá” o “libérame de estos papá”. Busco solamente tu felicidad aunque todavía ni siquiera te haya visto. No te veo pero te siento. Y me haces sentir el hombre más feliz del mundo.

La verdad, dibujamos tu mirada pero yo ya quiero escuchar tu voz y quiero oírte diciéndome papá. Quiero tomar tu manito y morderte los pies mientras pides auxilio a tu mamá. Lo siento, tu mamá no tendrá intervención en los juegos de padre e hija. Es de mi exclusividad.

La vida va a ir pasando y se que serás grande. Serás una gran mujer. Sentirás lo mismo que tu madre y tendrás los mismos sentimientos que hoy te expreso y siento. Yo hoy busco con ansias cargarte ya. Ni siquiera has conocido el mundo pero nosotros te conocemos, yo te extraño cuando no estás y vos lo sabés. Imagino mis tardes bajo árboles frondosos en el ocaso de la vida viéndote feliz, viendo que la vida ha sido de victorias y derrotas para la construcción de tu propia vida y que tú puedas construirla a mis nietos. Tu madre, mi eterno amor, siempre será la mujer que me cuidará, esté donde esté, y siempre tendremos este sentimiento que hoy te lo escribo así, para que viva eternamente en tu recuerdo. Ambos fuimos felices.

Con todo esto pequeña, te espero: veo venir el día en que nos alegres el corazón. Todos los que te esperamos y tienen tu misma sangre aguardamos tu llegada y sonrisa, tus miradas y cariños de bebé, para que con tu existencia nos des la razón de vida y de seguir luchando por un país mejor. La familia que te trae al mundo es la mejor que has podido tener, y no lo digo por exceso de vanidad, sino por quien te lleva en vientre y que siempre podrá darte el instinto femenino que papá biológica y naturalmente no podrá darte. Yo te daré, si, el amor más grande y jamás imaginado. Te amo Valeria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario